Zhuangzi

El perro no sabe que está en el establo. El cerdo no sabe que está en el corral. Por lo tanto, aquellos que no saben que son esclavos, son realmente libres. Zhuangzi

jueves, 11 de agosto de 2022

Por qué hacen tanto ruido (Fragmento)Carmen Ollé

 

Por qué hacen tanto ruido (Fragmento) Carmen Ollé

Por qué hacen tanto ruido (Fragmento)

Carmen Ollé

“Pero ahora solo hay una noche de viento, en la que es imposible desandar, volver al pasado, y, arrastrándome a la farmacia, pedí una pastilla para calmar mis nervios. Desean- do alterarlos, comencé a rezar en la antigua parroquia. Desee lo que no está permitido: cortarme el lóbulo de las orejas. Sé hacia dónde voy. Sé el límite de una noche de viento. Fatal como la noche anterior, pareciéndose a esta, aún inexplorada. Cuando hace mucho viento, la noche se parece a un poema de Nerval, exquisitamente romántico. Deseé cortarme una oreja y después la otra, luego los dedos de los pies y luego la capacidad de pensar. Y, después de que todo esto dejara de acumularse como una máquina de tormentos, escribir el poema necesario a una noche de vien- to: un poema como una oreja que se corta sin hacer ruido, un simple cartílago que cae a tierra, que no es ningún símbolo, sino un simple corte delicado.
Deseé toda esa confusión, que es hija de una vida sin excesos, aunque fueran soñados, ¿qué cosa es desmedida si no es real?, como la fantasía. Deseé descubrir que la fantasía no alcanza en determinado momento (como en esta noche) a resolver la ansiedad, la ilusa gana de mi cuerpo. Deseé ser amada en un lecho: un cuerpo desnudo más otro cuerpo des- nudo, acariciar, con dos cabezas y dos troncos y dos vaginas y dos úteros de cristal o de acero.
En el pasaje en el que los gallos se responden de un corral a otro. Es estupendo sentir a los gallos en esta ciudad y ver cómo dos sombras salen con dos baldes. Es estupendo porque nada cambia, nada. Ni la muerte lo cambia. En el callejón, ya no hay nada, solo esas dos niñas con sus baldes de agua, dos niñas viejas y sucias. La Luna parece un féretro de cristal y los amantes se enquistan en ella como en una gigantesca torta de bodas. Nada perfuma el aire al atardecer. No puedo sentir el aroma del árbol de mandarina. Huelo el humo duro de mi tabaco: cielo quemado, con ojos de insecto: el verano es una llaga que se aproxima hacia mí. Este es el resto del mundo solitario. Mis amigos callan, me callan”.

 

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