Si salimos de casa, podemos rompernos la crisma
pues la nieve cubre los campos y las calles.
Viene la helada que dejará las aceras
como vítreas pistas de patinaje.
Los niños no escarmientan y salen desguarnecidos
a competir dando saltos entre los charcos.
¡Tantas veces te ha pasado, y vuelves
a las nieves del amor, a esos fríos!