domingo, 25 de febrero de 2018

HAIKU 3 : Kuribayashi Issekiro (1894-1961)

HAIKU : Kuribayashi Issekiro (1894-1961)

Qué tranquilo se ve
en la cuadra
el caballo que mató a su jinete.

 

HAIKU : Kuribayashi Issekiro (1894-1961)

Qué tranquilo se ve
en la cuadra
el caballo que mató a su jinete.

 

lunes, 19 de febrero de 2018

La secreta poesía de Alfredo Gangotena Marco Martos

MARCO MARTOS


 
La secreta poesía de Alfredo Gangotena
Marco Martos 
 
Resumen 
 
Estas páginas quieren presentar la poesía de Alfredo Gangotena (1904-1944) y mostrar su originalidad. Escrita en francés y español es una muestra de escritura extraterritorial, como en el campo de la novela han sido Vladimir Navokov o Isaac Bashevis Singer, o en poesía, la escritura de César Moro. Para la poesía del Ecuador, su país natal, Gongotena significa el ingreso definitivo a la modernidad. 
 
Palabras clave:
Gangotena. Poesía en francés y español. Literatura del Ecuador. 
 
ESPOSA DE SOLEDADES POR MARCO MARTOS

 
 

Esposa de Soledades 

 
Noches encarnizadas.
El sufrimiento se llama Alfredo Gangotena.
Las lágrimas son espesas, el mar rojo las llaman,
las agujas, intensas, los cuchillos son caimanes
y las navajas tiemblan.
¿Cuánto ha de durar el horror, la tempestad secreta?
Hay fiebre en los ojos, en las palmeras, en los cristales.
¡Lejos estás, entre montañas, oh amada inolvidable!
Tengo aquí a la muerte anhelante con sus albendas
y almizcles en las infinitas esperas. 
 (Marco Martos). 
 
La literatura contemporánea nos ilustra sobre la existencia de algunos autores que escriben en una lengua que no es la materna, esos escritores, si tienen calidad, llaman poderosamente la atención de los críticos porque señalan lo disímil, lo raro, lo diferente. Son conocidos ahora bastante bien los casos de Isaac Bashevis Singer y de Vladimir Navokov. El primero, judío polaco, escribió originalmente en jidish, luego en polaco y finalmente en inglés y ganó el Premio Nobel de Literatura, el segundo, ruso de origen, escribió en su lengua materna, después en alemán y finalmente en inglés. Si bien el hecho de escribir en lengua materna, sin más, lo consideramos natural, la circunstancia de elegir una lengua de escritura diferente, llama poderosamente la atención de lectores y estudiosos. La poesía y la ficción escritas así son extraterritoriales. 
 
En la poesía del Ecuador, Alfredo Gangotena (1904-1944) es un caso singular. Nacido en una familia pudiente, vinculada al agro, conoce desde niño el francés, emigra a París y hace sus estudios universitarios en esa ciudad, en ingeniería de minas. Escribir en francés le era natural, aunque el lenguaje en casa era el español. Su caso se parece y se diferencia al del poeta peruano César Moro pues este último creció en el Perú rodeado de hablantes de español, aprendió el francés no en profundidad en la escuela secundaria y siendo adulto migró a Francia. Tal vez por esta circunstancia, mientras la escritura en francés de Alfredo Gangotena es impecable, los versos de César Moro en la lengua de Breton, aquí y allá tienen algunos errores, propios de quien escribe en una segunda lengua. Moro, se puede decir que lucha con la lengua de adopción y en su escritura quedan las huellas de ese combate, intenso y maravilloso. 
 
En la publicación de una antología de Poesía del Ecuador, Iván Carvajal y Raúl Pacheco (Carvajal, Pacheco 2008: 12) se hacen las preguntas de rigor sobre las literaturas nacionales. ¿Qué convierte a un conjunto de obras en una literatura nacional? Octavio Paz hablaba de un “temperamento de los pueblos”. Identificar la poesía del Ecuador, si usamos el criterio de los espacios, es algo complicado por la diversidad geográfica, aunque la extensión del país sea reducida. Ecuador tiene las islas Galápagos, la costa, la zona andina y el espacio de la selva, cada una de estas zonas tiene una peculiar manera de manejar el español que convive con otras lenguas. Hablar de temperamentos, como ocurre con la frase de Paz, de un lado es útil, pero de otro puede producir más confusiones, puesto que los temperamentos no se restringen a las fronteras nacionales. Pondremos un ejemplo de un poema reciente de María Fernanda Espinosa, escritora ecuatoriana nacida en Salamanca, que figura en la antología de Carvajal y Pacheco que comentamos: 
 
Piru 
 
En el Piru
faltan palabras
para ciertas cosas
La gente dice
del pecho su atrás
para nombrar espalda
o dicen
del agua su duro
en lugar de hielo
En el Piru de mi corazón
faltan palabras
para decir te quiero
del será su ayer.
(Carvajal, Pacheco, 2008: 307) 
 
Este texto, probablemente no lo escribiría una persona peruana. Hay un matiz de burla involuntario, que tal vez no captó la propia poeta, pero, de todas maneras, los peruanos nos vemos expresados en la entrelínea de estos versos. La materia verbal, española, tiene una raíz peruana, pero la dicción es de fuera para nosotros, es ecuatoriana, aunque la poeta sea nacida en Salamanca. Concluiremos diciendo algo natural: la poesía ecuatoriana es aquella que los lectores del Ecuador consideran suya. 
 
En el caso de Gangotena, Carvajal y Pacheco consideran excepcional su inclusión en la antología que ellos publican. La razón que dan es que escribió la mayor parte de su obra en francés. De todas maneras, los dos poetas críticos, sus lectores, los poetas como Gonzalo Escudero o Cristina Burneo, que lo han traducido del francés, lo consideran ecuatoriano, y así es como lo leemos en numerosos países del continente americano. Considerarlo en la tradición francesa, sería muy arriesgado. Examinada globalmente, la poesía de Gangotena, tanto la escrita en francés como en español, es bastante original, por la fluidez del verso que tiene una red de significaciones ocultas que no se entrega con facilidad al lector. 
 
En algún sentido es la poesía de la separación, de la ausencia, expresadas siempre en el campo de lo misterioso. Es el canto de un solitario, de uno que sufre, pero que no explicita de un modo rotundo las razones de su pena. En épocas antiguas, al estudiar la literatura escrita por un poeta o novelista se hacía un solo bloque discursivo que se llamaba “Vida y obra” y ese enfoque en algún momento cayó en desgracia, bajo la consideración de que la obra excluye la biografía. Con el correr del tiempo, los estudios se han centrado en los propios escritos de los autores, hubo un tiempo en el que estuvo de moda la estilística, después el estructuralismo, y en tiempos más recientes, la semiótica. Y al lado, haciéndose notar, la sociología de la literatura. Hogaño se privilegia el encuentro del lector con el texto y tratándose de la poesía cualquier dato que ayude a su interpretación resulta útil para el aficionado. En Gangotena hay una permanente distancia entre la realidad y lo que se ama. Para un ecuatoriano, de familia ecuatoriana, quiérase que no, vivir en París es un extrañamiento, como también lo es regresar a Quito y dejar atrás el mundo francés. Sin contar al terreno afectivo, el lugar maravilloso donde está la amada, siempre, en sus poemas, es distante. A todas estas separaciones hay que añadir la enfermedad, motor triste de algunos de sus mejores versos. El estado de sanidad es indispensable para que el ser humano desarrolle sus mejores capacidades. La enfermedad siempre es una interrupción en ese estado ideal, pero es inherente al ser humano, nos enfermamos, caemos, nos levantamos, y volvemos a enfermarnos, y sanamos, y un día nos enfermamos y morimos. La enfermedad está siempre en el horizonte de los seres humanos. Alfredo Gangotena, que era hemofílico, es acompañado por el mal, físico y metafísico, por muchos años y en cierto sentido esta situación de disminución condiciona a su escritura, dejando una marca mayor en cada uno de los versos: 
 
 
Esta mortal enfermedad al fondo de mí me torna triste y loco Señor,
Triste y solitario.
Una antigua sombra del cielo de los ríos se agiganta y sobre mí desciende,
Aunque me olvide, aunque vague la tarde bajo esta lluvia vegetal y de infierno,
Todo lo he tentado,
La inexorable desesperanza, con su raíz pérfida y rociada de lágrimas, no me dejará nunca.
Esta enfermedad, sin tiempo ni piedad, me torna triste y loco, Señor.
No tengo recurso ni derecho a las vivificantes formas de la palabra.
Mi corazón se apaga
Y mi voz se estremece con un sonido de la muerte,
Esta voz perdida,
No hace mucho más bella y fausta que todas las brisas en la montaña.
Mi alma esta brumosa, cansada y vacilante
Desde entonces ¿sobre qué pasión
Y qué pecho reclinaré mi cabeza?
¿A quién dirigirme, a quién, Señor impenetrable?
Para siempre la oración ha calcinado mis labios.
(Gangotena 2005: 145) 
 
En verdad Gangotena canalizaba su impulso lírico con gran facilidad ora en español, ora en francés. Tendríamos dificultad si pensamos que a una serie de poemas escritos en una lengua sucedían otros hechos en la lengua hermana. Poco conocido es el dato que Gangotena publicó en español poemas en la revista Repertorio Americano de 1922 y en Proa de Buenos Aires en 1925. En esos mismos años manifestaba un interés muy grande por la cultura francesa y fue amigo de Jules Supervielle, Max Jacob y Jean Cocteau. De modo especial se acercó a Henri Michaux, con quien haría un viaje al Ecuador en 1927, fruto del cual el poeta belga-francés publicaría más tarde el libro ¡Ecuador! ¡Ecuador!, en 1929, de gran popularidad entre los conocedores. Hay que precisar, sinembargo que la ciudad luz, París, con sus encantos sedujo a nuestro poeta que, mientras preparaba su licenciatura como ingeniero de minas, tuvo el tino de sumergirse en la lengua francesa para dar en su escritura espléndidos frutos. Su destino era vivir los espacios escindidos, añorar en Quito las noches y los días parisinos y sentir en París la ausencia de lo querido, de las imágenes de la infancia rurales y citadinas. En los años treinta Gangotena vivió la paradoja de ser un autor reconocido en Francia y ser casi invisible en Ecuador. 
 
Sus dos poemarios en francés Orogénie y L´orage secret son textos exuberantes, abiertos, celebratorios. Es entonces que retorna al Ecuador y siente que la tierra en que nació se había vuelto una pesadilla. En cierto sentido Gangotena lleva dentro de sí la maldición de Cavafis, aquella que dice que toda ciudad, toda tierra, tiene para el ser humano sufrimiento, el mismo dolor, parejo, sea cual sea su latitud. ¿Ganamos o perdemos siendo individuos de dos culturas? A qué se refería Gangotena cuando escribió: 
 
¡Tierra! Tierra tres veces maldita, esta vez te contemplo animado de todo el odio de que serán capaces un día mis ojos!
Desde cuando se me ha hablado gazmoñamente de mi infortunio,
Desde esa hora, la más pesada y triste de todas las horas de mi sangre,
Desde cuándo, Tierra, con tus árboles y guijarros, Tierra maldita, con tus piedras y la lluvia y la noche carnales que bañan largamente tus valles desiertos,
Desde esa súbita herida de abismo en mi cerebro,
Heme aquí Tierra intratable, heme aquí de regreso de los sueños,
¡Oh Tierra, yo me anuncio a ti! 
 
(Gangotena 2005: 133) 
 
Podríamos decir, en síntesis, que Gangotena, como el personaje de la novela de Camus, es el extraño en todo lugar y circunstancia, que se ve obligado a ir descubriendo prohibiciones que ignora. Un ecuatoriano en el París de los años veinte, por mucho dominio que tuviese de la lengua y cultura francesas, siempre estaba condenado a ser un marginal, y a su vez un ecuatoriano que regresase a su país, en los inicios de los años treinta, que dominase la lengua francesa, que pensase como un ciudadano europeo, que escribiese una poesía de significados ocultos, tanto en francés, como en español, en circunstancias en que en su país predominan las tendencias social realistas, es un escritor periférico, sin lectores ni críticos. 
 
En versión española copiamos un poema escrito en 1925: 
 
¿Qué bocanada de amarga esencia romperá el ánfora de mi palacio?
¡Oh mina de tristeza donde incuba mi oprobio horriblemente y para siempre!
¡Vosotros, rastreros animales, miembros desparramados,
Dadme la fijeza del espanto!
En mengua de toda esperanza,
Oh cráneo, desciendo por los círculos del antro negro,
Y caigo , y arrastro al mundo en mis rótulas.
Las manos sueltas, rígidas y vegetales. Bestias amargas
Gritan mi fango y mi sudor. ¡Señor, tened piedad
Y concededme el olvido en la amistad!
¡Silencio! ¡Mis nupcias en la alcoba desierta de Alexis!
En la tormenta, los torbellinos de la montaña de Sion!
¡Que yo estruje al menos una brizna de Vuestra Escala de Perdón! 
 
(Gangotena, 2005: 41) 
 
¿Qué decir, como clasificar la poesía de Gangotena, tanto en francés como en español? Resulta fácil decir de ella que se trata de una poesía de vanguardia, o bautizarla como surrealista en virtud al clima literario que se vivía en Francia, en la época en que el poeta vivía en París y a las amistades cercanas que tuvo. En el plano de las opiniones, consideramos que tales consideraciones no son acertadas. Tal como la conocemos, la poesía de Gangotena, tanto en francés como en español, nos parece que se origina ciertamente en ese ambiente vanguardista, pero que no responde a las recetas surrealistas tal como las escribió Breton. Es más bien una poesía de esencias que viene de la natural evolución de la poesía simbolista, en el momento en que dejaron de escribir Rimbaud y Mallarmé, que es a fines del siglo XIX, y si buscamos un parentesco con el arte posterior, arriesgamos la opinión de que esta cercanía se da más bien con la corriente expresionista, cuyo mayor representante en poesía es Georg Trakl. En efecto, el poeta austriaco, debajo de las aguas tranquilas de una poesía de apariencia simbolista, hace circular el fuego, la lava, de una personalidad atormentada. Por diferentes razones, como queda dicho, también Gangotena es un individuo que sufre en lo más hondo de su ser, está siempre separado de lo que ama, la primera infancia en el Ecuador, en un ambiente seguramente idílico, la separación del primer idioma, el español, en Francia, la condición de extranjero, y luego, al regresar, la separación de la cultura ajena que ama. Y en medio, misteriosas amadas que apenas han dejado sus nombres. Por dentro, el rumor de la enfermedad, su sordo llamado, su imponente presencia. No es una escuela literaria, no es una manera de escribir, es la muerte misma con sus sombríos avisos. Gangotena es el poeta del sufrimiento, el que sabe más que otros seres humanos que pronto ha de morir. Su escritura es la escritura de los anuncios, de las heridas de la sangre que se derrama como una espantosa predicción. No hay teatralidad alguna en lo que escribe, no hay impostación. Es una poesía del cuerpo, una poesía del más profundo dolor. Escribió directamente en español: 
 
XVII 
 
Y yo seré la ardiente espina
Cuyo nacimiento buscadle en las arenas del desierto,
Iré por consiguiente sangre adentro y de soslayo, como van las tempestades.
Y en mi ansiedad viajaré también en ondas graves
Hacia aquel país lejano de toda mente, país de Khana,
Cuando al paso, senda abajo te hallaré en voces de un suspiro, toda en escombros, ciudad de Balk.
¡Oh selva transparente, oh selva, tus vientos primordiales han amanecido en mi recinto!
Mil rumores de tus sienes permanecen en mi espíritu, que me amortiguan el semblante con
holanes de rocío en torno de tantas frondas agostadas.
Adelanta, alma mía, adelanta nemorosa en cielo bien profundo,
Ya verás suscitarse, en pos de ti, variadas, numerosas alacenas, colaciones y preventas.
y más ventajas en tu sangre,
Y tus cristales primorosos en los ríos elocuentes del espíritu. 
 
(Gangotena 2005: 148) 
 
¡Qué parecidos finalmente Michaux y Gangotena! Poetas sin atmósfera, huraños, por naturaleza propia, lejanos de los cenáculos, de los salones, de los homenajes, sin clientela, sin mujeres de mundo, sin jóvenes que cultiven su nombre, sin fotografías, sin prefacios, sin inauguraciones, sin la menor traza de lo académico, ni parnasianos, ni cubistas, ni dada, ni surrealistas, ni imaginistas, únicos en su rincón de la poesía, acompañados de su papel en blanco, o en una meseta de los Andes, o más lejos, en un país no contaminado, hecho de puras palabras, donde los autos están enterrados al borde de las carreteras y los más pobres tienen colmada la boca de relámpagos de verdad. 
 
Gangotena, precisamente por ser un extraño en todas partes, por manifestarlo de forma tan vivaz en su dolida escritura, es quien señala el inicio absoluto de modernidad en la poesía del Ecuador. Es cierto que había otros poetas en su época que habían escrito una poesía lograda. Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero, César Dávila Andrade, sabían dialogar con la poesía europea y americana, cada uno de original manera, y que parte de su obra es leída todavía ahora con fervor, pero es verdad también, que Gangotena nos entrega una poesía absolutamente original. Buenos poetas hay en todas partes y circunstancias y los lectores los celebramos, pero muchos de ellos tienen un aire de familia con poetas de otras latitudes. De cuando en cuando aparecen poetas como Alfredo Gangotena que al tiempo que nos conmueven por sus depuradas formas, nos dejan pensando y se convierten en favoritos y entran a nuestro panteón personal. Al tomar contacto con la poesía de Gangotena, he experimentado la misma emoción que sentí leyendo a Baudelaire, a Rimbaud, a Mallarmé, a César Vallejo. Es sin duda un gran poeta, y cualquier persona que llegue a sus páginas puede advertirlo. Y como no ha sido tan frecuentado por la crítica, su verso es una permanente ocasión para nuevas reflexiones personales. En su poema titulado El ladrón, dedicado a Jules Supervielle escribió: 
 
Como los grandes vientos que soplan en su nocturna y miserable inmensidad,
En las profundas soledades del invierno,
Yerro hirsuto, miserable y sin abrigo.
Ya el lobo no escucha en su guarida
Sino el golpe siniestro de mis años.
Y cuidado con las llamas de un solsticio soñado:
En sus claros de bosque,
Las divinas y vigilantes miradas husmean entre las hojas marchitas.
Desollándome como Judas el infame
-El alma en la punta de la lengua helada-
Me agito en el más bajo fondo del bosque
Como las entrañas del famélico. 
 
(Gangotena 2005: 87) 
 
Los extremos se juntan, el sufrimiento con la alegría. Se atribuye a Kafka la expresión de que nadie canta con tanta pureza como los que están en el más profundo infierno, su canto es lo que creemos el canto de los ángeles. 
 
Bibliografía
Iván Carvajal. Raúl Pacheco.( Editores) Literatura de Ecuador. Antología de Poesía. Madrid. Alfaguara. 2009.
Alfredo Gangotena. Antología. Colección Visor de poesía. Madrid. 2005.

 

sábado, 17 de febrero de 2018

DAMASO ALONSO Madrid-España, 1898 – 1990

 

DAMASO ALONSO Madrid-España, 1898 – 1990

CIENCIA DE AMOR

No sé. Sólo me llega, en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de Dios; sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.

¿Eres limpio cristal, o ventisquero
destructor? No, no sé... De esta delicia,
yo sólo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.

yo no sé si eres muerte o eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.

Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.

DAMASO ALONSO Madrid-España, 1898 – 1990


GOTA PEQUEÑA, MI DOLOR


Gota pequeña, mi dolor.
La tiré al mar.
Al hondo mar.
Luego me dije: ¡A tu sabor
ya puedes navegar!

Más me perdió la poca fe...
La poca fe
de mi cantar.
Entre onda y cielo naufragué.

Y era un dolor inmenso el mar.

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SELECCIÓN DE POESÍA CHINA

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